La mente humana NO es un disco rígido. Creer eso es el primer acto de brutalidad y violencia. De allí saltamos a creer que “educamos” cuando en realidad “adiestramos”. Bajo condiciones de adiestramiento no todos logran cumplir o “calificar” con los objetivos “unidireccionados dictados” y así incrementamos y alimentamos la violencia. Sobre todo cuando el que califica NO está calificado ni para transmitir conocimientos, ni para ampliar sus conocimientos y mucho menos para estimular al otro a que indague sobre simismo en forma libre y creativa sus propios conocimientos y potenciales.
Reconocer que somos una sociedad sumamente estresada que ha adormecido los afectos y la idea de felicidad como objetivo para darle lugar a la violencia del estado de supervivencia es comenzar a reconocer el problema que debemos resolver.
Estamos hablando entonces de la misma “integridad bio-psico-social” humana que casualmente le tocará cargar con el inmensurable peso de aportarle irónicamente CALIDAD a la existencia de su propia generación y a las que vendrán después.
No nos engañemos con ideologismos reduccionistas y de POCO PESO MORAL, ya que “estar a la altura de las circunstancias” significa primero no poner condiciones mezquinas y de intereses particulares con una oculta actitud extorsiva en medio de esta fundamental discusión. Estar a la altura de las circunstancias implica el compromiso de todos los perfiles de una sociedad, el político, el empresarial, el científico, etc.
Pero nunca nadie podrá mejor estar a la altura de las circunstancias si se toma ética y moralmente enserio esta tarea, brindando la posibilidad que quienes están allí para “aprender” puedan discutir, reflexionar y decidir al menos sobre cuáles deben ser los contenidos para el interés de cada grupo. Intereses y contenidos que podrán intercambiarse con otros grupos de “diferentes características”.
Entendiendo entonces finalmente sin hipocresías que SOMOS TODOS DI-FE-REN-TES podremos lograr una sociedad auténticamente igualitaria.
¿Qué queremos obtener como sociedad? sería la primera pregunta. ¿Qué queremos como humanidad? podría ser la segunda pregunta; aunque no debería importar demasiado el orden… pero esto es tema para otra discusión.
Laura Sagarra senderosdemerlin@hotmail.com
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