"Es mejor fracasar en lo que uno quiere y no
triunfar en lo que uno odia"
Enrique Pinti







5.7.08

Carta al país : ¡Basta Ya!

Por Noemí Susana Prette


Estoy harta, como ser humano, como persona, como ciudadana argentina que no se enrola, como tantos otros compatriotas, frente a esta especie de corporaciones en que se han convertido los partidos políticos, cuyo máximo objetivo pasa por adueñarse del poder y enriquecerse a través del mismo, desvirtuando la representatividad de los intereses del pueblo. Fundando sus discursos en destruir a su oponente en lugar de proponer planes de progreso sustentables y concretos, y una vez llegados al gobierno de turno, sectorizar y beneficiar a sus gobernados, según estén o no alineados a su pensamiento y su modalidad.

Estoy cansada de presenciar la manera en que potencian, desde el lugar que ocupan, el odio, la venganza, las diferencias de todo tipo, la forma en que manipulan y apañan verdaderas cacerías de brujas y pisoteando todas las Instituciones propias de la composición e historia de una ciudadanía que se precie como tal.

Estoy abatida, luego de haber visto transitar monarquías que en nada se asemejan a verdaderas democracias, rodeadas de una aristocracia paralela a sus intereses y serviles a los mismos : funcionarios opulentos, imperativos, arrogantes y escasas veces preparados para las funciones que ostentan.

Cansada estoy también de discursos declamatorios y anticuados en su forma, que tienen que ver con una clase preparada de oratoria y no con el mensaje que yo, como muchos, quisiéramos más que oír, ver reflejado en la realidad cotidiana.

Harta estoy harta de los viajes pomposos, de caminatas parecidas a los desfiles de pasarela, de ropaje y accesorios de costo millonario, para después lagrimear livianamente en pos de los Derechos Humanos, los cuales también se han sectorizado.

Estoy harta de índices de inflación que no se condicen con las visitas que efectúo al almacén de mi humilde barrio, o a la góndola de cualquier hipermercado; de realizar un miniturismo obligado para poder encontrar una estación de servicio en donde cargar tan sólo $30 de gasoil.

Estoy harta que a partir de los 40 años califiquemos para pagar todas las cargas, impuestos, tasas, servicios y demás, pero insólitamente no califiquemos para aspirar a un trabajo digno, que quienes somos honrados vivamos condenados a la delincuencia como algo cotidiano y que el Estado no cumpla con su función de protegernos.

Harta de un nivel de enseñanza cada día más deficiente, pues a todas luces resulta mucho más conveniente un pueblo ignorante, que sólo sirva para tocar un bombo o formar una columna en una supuesta manifestación a la que llegan alcoholizados y violentos, en el mejor de los casos.

Harta de ver que se le da espacios de difusión a los laderos de turno, que hablan como si fueran eruditos en todas las materias y manifiestan una falta de respeto y de humildad absoluta, al punto de no guardar silencio cuando llega el momento en que debe hablar su interlocutor.

Estoy cansada de que no se capaciten quienes tienen en la mira llegar a ocupar puestos de gobierno. Bancas de diputados y senadores cuyos asientos tapizados hacen de cunas donde duermen la siesta del letargo indolente e irresponsable, y en muchas ocasiones no han sentido siquiera el peso de quien debió ocuparla.

Cansada de ver ese sillón presidencial paradójicamente biplaza, que permanece esperando el arribo de quien debiera ocuparlo diariamente, ya que para eso fue electa por voluntad de quienes la votaron y, en lugar de delegar sus funciones prioritarias, que no son otras que representar los intereses del pueblo, en su totalidad, sin banderas políticas o alineadas, trabajando arduamente en el lugar que para ello tiene asignado, delegara en sus innumerables colaboradores los permanentes viajes al exterior.

Estoy harta de las escuelas sin estufas, los hospitales sin insumos, las fuerzas de seguridad sin equipamiento ni presupuesto. Harta de la corrupción oficializada y disfrazada, del permanente insulto y subestimación a la inteligencia de quienes aún conservamos conciencia ciudadana, el insulto a los honrados, a los verdaderos trabajadores, los que nos sacrificamos diariamente si esperar ningún rédito por ello, los que pagamos una y otra vez los grandes errores y fracasos de quienes nos gobiernan, a los que culminamos siendo víctimas de sus caprichos o sus disputas personales, a los que racionamos hasta lo imprescindible, como la leche para nuestros hijos, mientras observamos absortos el capital que se maneja en proselitismo o campañas políticas.

Estoy harta de la injusticia y desolada pues la Justicia perdió, hace mucho tiempo, la venda que no le permitía ver a quien juzgaba; harta del atropello a todas las Garantías Constitucionales, de la falta de igualdad y posibilidades; de la inexistente representatividad en el exterior, en donde se nos trata en forma despreciable, en tanto aquí siempre han encontrado las puertas abiertas sin distinciones de razas, donde pueden radicarse o incluso, debido a un gran descontrol en ese aspecto, comprar gran parte del territorio argentino como todos ciertamente sabemos.

Estoy harta de la impunidad de los funcionarios corruptos, de que nadie rinda cuenta de sus actos y pague por sus delitos. De escuchar indignada frases haciendo alusión al supuesto notable descenso del desempleo cuando, pese a todos los esfuerzos y la previa capacitación, y aún a expensas de no poseer grandes pretensiones, es casi imposible conseguir acceder a ese Derecho que la Constitución nos garantiza y, que tiene en un todo que ver con la dignidad de quien quiere ganarse su sustento.

Me siento desolada y angustiada luego de ver tanta juventud sin rumbo ni futuro; genuinamente preocupada por mis hijos y mis nietos, y por los hijos y los nietos de todos lo que somos honrados, preocupada respecto del aumento en el consumo de la droga e indignada cuando escucho que en lugar de combatirla, a partir de intereses económicos, pura y exclusivamente, quieren legalizar algo que termina con la vida de las personas, disfrazando con argumentos insólitos, como el respeto a las acciones privadas, en lugar de valorar el daño social y personal que este importantísimo problema está generando. Basta ver cuantos jóvenes mueren o matan diariamente por un paco.

Estoy harta de la hipocresía, del desamparo frente a todos estos problemas a resolver, de la ceguera constante de los gobiernos de turno; harta de la desesperanza que nos transmiten en cada exposición, en cada mandato cumplido sólo en la esfera cronológica, para que pase el siguiente, como un espectáculo bochornoso y carente de todo respeto por el País.

Es justamente porque hoy desperté más harta que otros días, más desesperanzada, más preocupada, más enojada por este maltrato permanente al que estamos expuestos, que necesité expresarme desde quien soy, simplemente una mujer que cree, quizás ilusamente, que estamos hermanados por la especie humana, o al menos deberíamos estarlo.

Una mujer que ya no cree en los que nos gobiernan, ya que su credibilidad ha caído por su propio peso, que no es otro que la REALIDAD que diariamente vivimos los que no estamos dentro de una burbuja de cristal.

Alguien que no siente miedo en decir lo que siente y lo que piensa, como no he experimentado temor alguno en enfrentarme al cáncer.

Soy alguien que cree que siempre hay que intentar renacer de las propias cenizas con el sacrificio personal; que sostiene que los principios no sirven para pregonarlos sino para ponerlos en acción.

Soy una mujer como tantas otras, madre y abuela, comprometida y enamorada de su País, para el cuál anhela otra realidad, otro futuro, más equitativo, más honesto, más sano, más íntegro.

YO ME ANIMO A DECIR LO QUE PIENSO, LA PREGUNTA ES ¿ALGUIEN SE ATREVERÁ A PUBLICAR ESTA CARTA? Albergo la esperanza que así sea...

Por Noemí Susana Prette. DNI 13.276.123. NSP2510@HOTMAIL.COM

Fuente: El Ojo Digital -La sociedad y el hartazgo frente a la corporación política: carta de una lectora